martes, diciembre 12, 2006

La estación...

Cuando no sepas que hacer, vete a la estación de tu ciudad.
Suelen ser lugares grandes, aparentemente fríos, pero si profundizas en ellos pueden estar llenos de calor, del calor humano que los habita momentáneamente. Miles de historias, cada cual distinta de la anterior se acontecen en su interior.




¿Qué me dices del grupo de jovencitos que emprenden su primer viaje sin vigilancia paternal? El brillo de sus ojos se ve desde lejos, la emoción se refleja en sus caras, un nuevo viaje comienza para ellos, y no sólo el viaje hacia su destino, sino un viaje hacia la madurez, hacia la libertad, hacia la diversión sin medidas; un viaje que se quedará grabado en sus retinas de por vida.

Otro grupo más, ésta vez, el quipo de Balonmano de la ciudad, un nuevo partido se acerca, en campo visitante, portando todos sus equipajes, firmando autógrafos, atendiendo a la prensa... sólo piensan en el partido, y en la vuelta a casa, vuelta con la victoria bajo el brazo.

Y lo más bonito y tierno, y triste a la vez, aquella pareja de enamorados, que se despide, que viven los últimos momento juntos, recordando el especial fin de semana que han pasado juntos, pensando en la próxima vez que van a poder verse, intentando pactar con el tiempo para que éste pase deprisa en la ausencia del ser amado, y que se detenga cuando lo pasen juntos.
Lamentos, llantos, caras de tristeza... qué dificil es decir ese adiós... qué difícil es verlo partir... qué dificil la vuelta a casa... solo... sólo en el autobús... con las manos en tus bolsillos y no en los suyos...


[Escuchando: "Empiezo a recordarte" de Mónica Naranjo]

1 comentario:

Anónimo dijo...

De las estaciones no solo se parte, para partir hay que haber llegado, eso sí que es bonito.

Mil Besos y abrazos desde las profundidades del alma

WALTER HEGOR